Por todas esas veces
que no te escribí
Por todas esas veces
que volví aún teniéndome que haber ido
que volví a escribirte
que volví
Por todo el tiempo
desacelerado
Por las noches y los desayunos
y por todo lo otro
lo simple
lo irreproducible en palabras
Gracias.
También gracias por enseñarme
que para transformar a alguien
en un total desconocido,
no hacen falta meses ni años,
sino un desencuentro, o dos.